Las fotos 3D en cristal no son hologramas.


Las imágenes tridimensionales grabadas en cristal y los hologramas son dos cosas muy distintas. Aunque tienen en común el empleo de un láser para su fabricación, y que el resultado final es la visualización de una imagen en 3D, las técnicas empleadas en su realización son totalmente distintas, y también el producto final en sí mismo. La fabricación de un holograma es un proceso fundamentalmente óptico que tiene más en común con la fotografía que con la técnica de marcaje 3D en cristal empleada para los Retratos 3D, que es un proceso fundamentalmente físico.
En el holograma, la imagen de un objeto real se plasma en un soporte fotográfico como en la fotografía tradicional, sólo que la luz empleada para iluminar el objeto real es la procedente de un láser y la imagen registrada en el soporte fotográfico no corresponde con la del objeto fotografiado sino con un complejo patrón de interferencias ópticas producidas por la luz de un láser. Cuando el holograma resultante se ilumina de la forma adecuada, la imagen resultante es una imagen tridimensional del objeto original. El fenómeno que permite registrar la información necesaria para la reproducción de la imagen en 3D es un fenómeno óptico.
Al grabar un cubo de cristal con una imagen en 3D hay diferencias esenciales. La imagen en el cristal se produce por la interacción física producida por la concentración de energía que transporta el láser en un punto concreto del material de soporte de la imagen (el cristal o cualquier otro material transparente, como el metacrilato), generando un cambio físico en las propiedades de este último que lo vuelven opaco y así el punto marcado con el láser se hace visible.
En un holograma la información de la imagen tridimensional se almacena en un soporte bidimensional (la película fotográfica), mientras que en el Retrato 3D, la información de la imagen 3D se almacena también en un soporte en tres dimensiones (el propio cubo de cristal). Así, cada punto que forma la imagen 3d en el cristal se sitúa dentro del mismo según sus coordenadas espaciales relativas al objeto real representado. En una imagen 3D en cristal, lo que se ve es lo que hay. La imagen que vemos está realmente tallada dentro del cubo de cristal. En el holograma lo que vemos no está realmente ahí, sino que es un efecto óptico.
Lo que sí tienen en común los hologramas y los Retratos 3D es que ambos generan una imagen tridimensional de un objeto, de modo que la imagen cambia según el punto de observación de la misma. Por eso cada ojo capta la imagen desde un punto de vista distinto y se genera la sensación de relieve y profundidad de la imagen observada. Se cumple el principio básico de la estereoscopía o visión en tres dimensiones.


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